El asunto de las Islas Malvinas para los argentinos recuerda en gran parte lo que para nosotros los ecuatorianos era el asunto del río Amazonas: la soberanía, la posesión y sobre todo la disposición futura de un territorio que se considera parte del suelo patrio, pero que sin embargo no lo ha sido en el plano oficial.
Argentina, que sufrió la agresión de la mayor potencia militar y naval hasta el siglo XIX, no pudo establecer colonias de gauchos en el archipiélago, lo que dificultó en el terreno práctico que los pobladores de las Falklands sintieran alguna vinculación con la república cuya selección muchos años después vencería a la supuesta madre patria inglesa, con un gol cuestionado pero a la vez santificado, que conduciría a Argentina al título mundial en México 86.
Es, sin embargo, la existencia de yacimientos petroleros y otros recursos naturales el tema que ha desenterrado de nuevo esta herida que causó la guerra de 1982, mientras Sudamérica se debatía aún entre varias dictaduras militares auspiciadas por el supuesto mundo libre. Desde luego, nuestro apoyo como parte del continente a la posición del Gobierno de Buenos Aires es inminente, aunque no por ello debemos dejar de reflexionar sobre todos los elementos que esta historia posee, y aún más si recordamos que el sentimiento de los argentinos nos recuerda de muchas maneras lo que los ecuatorianos pensábamos sobre los territorios amazónicos hasta 1998, y también la fortuna de a pesar de tantos años de historia y de errores por parte de nuestros gobiernos, el no haber perdido jamás nuestra soberanía sobre las Islas Galápagos.
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