jueves, noviembre 07, 2013

El chantaje como norma en el fútbol ecuatoriano


La decisión de expulsar de la competencia de Segunda Categoría al Pilahuin Tío de Otavalo, equipo al que se ya se había sancionado y penalizado a jugar sin público luego de la gresca protagonizada ante Delfín de Manta, pero al que además se expulsó del torneo por presión del gremio de árbitros (por cierto, una ilegalidad, ya que no se pueda sancionar a un equipo dos veces por la misma causa según la ley de la FEF), es una vergüenza nacional. No quiero decir con esto que no se deban aplicar sanciones a conductas inapropiadas o violentas de hinchas, jugadores y dirigentes, pero también es necesario poner las cosas en equilibrio, como el mismo principio de "justicia" sugiere y exige. Hace pocos días, un jugador de Barcelona SC agredió a un árbitro, y sólo se le suspendió hasta fin de año. En este caso, se ha suspendido a todo un club, integrado por cierto no sólo por jugadores, sino por todo un equipo humano de entrenadores, asistentes técnicos, personal de mantenimiento, alimentación, etc, que ahora verán en riesgo sus ingresos. Es evidente que acá ha primado una vez más el principio de "la ley sólo para los de poncho". La sanción sobre el equipo otavaleño es excesiva, no ejemplar. Sería ejemplar si se aplicara el mismo procedimiento para todos los equipos, sean de la A, la B o la J, categoría inventada por Jorge Célico de la U. Católica. Por otro lado está el tremendo vacío que existe sobre la evaluación del mal arbitraje, que no pasa de ser un laberinto técnico del que generalmente, los referis casi siempre salen bien librados. Una vergüenza para el fútbol ecuatoriano y otro grosso error de la Ecuafútbol, que una vez más demuestra que en nuestro país el chantaje prima por sobre el estado de derecho, esta vez en el ámbito deportivo.
Niko

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