La gresca protagonizada ayer por los lecheros (como cariñosamente llaman a los chicos del Colegio Montúfar de Quito) me ha hecho pensar en varias cosas.
En primer lugar, adivinen... sí, ¡Yo estudié en el MH! Ingresé a ese colegio en diciembre de 1993 (luego de uno de esos paros de la UNE como respuesta a la impuntualidad del gobierno de ese entonces), y me gradué con un título de bachiller en ciencias sociales en agosto de 1999 (luego de otro paro como respuesta a la impuntualidad del otro gobierno de ese entonces).
Evidentemente, lo primero que te llama la atención, siendo aún niño, es que te empiecen a llamar "señor", cuando en la calle todos te ven disfrazado con terno y corbata, quizás todavía con mocos en la cara y una bolsa de K-Chitos. Luego, claro está, la pubertad y las asimetrías respectivas, acompañadas de espinillas, un par de pelos en la cara y a ese mismo chico buscando (sin esperanza quizás) una novia entre el colegio de chicas, quienes generalmente están asediadas por otros chicos mayores ya.
En fin, el caso es que la educación pública ecuatoriana tuvo por varias décadas colegios masculinos, femeninos y mixtos, como respuesta a una tendencia social de formación, que mientras destinaba la carpintería y la electricidad a los varones, dejó el bordaje y la cocina a las mujeres, en plena época republicana, bajo varias taras de la sociedad colonial (se supone que con el triunfo de la Revolución Liberal de 1895 todo eso debió quedar atrás), con el gran pretexto del tabú sexual (que si estudian juntos chicos y chicas habrán más embarazos no deseados), con una perspectiva bastante insólita del honor, que más bien es buen material para la comedia (que "roscas", que "lecheros", que "chivas"), etc, etc.
Durante la década de los noventas, varios colegios masculinos de Quito pasaron a ser mixtos, tales como el Juan Montalvo, el Dillon, el Central Técnico, Santiago de Guayaquil, Andrade Marín, Andrés Bello, entre otros, además de varios colegios particulares que les siguieron en la década siguiente como el Gonzaga o el colegio municipal Benalcázar. No ocurrió lo mismo con los colegios de mujeres, con la única excepción del Manuela Cañizares: el 24 de Mayo, el Espejo, el Quito, el Consejo Provincial, el Hipatia Cárdenas, continúan siendo exclusivamente femeninos.
¿Problemas de infraestructura? Uno de los tópicos a favor de los "puristas sexuales" de la educación, es, seamos directos, la inadecuada indisposición de baterías sanitarias en los planteles fiscales, dicho en otras palabras, la falta de baños para chicos y chicos según el caso. ¿Que si los colegios de chicas se hacen mixtos, a los chicos que vayan les dirán "maricones"? ¿Que si las chicas van a los colegios masculinos se harán "marimachos"? Un hecho concreto: el colegio Montúfar, protagonista de la revuelta, en su sección nocturna ha sido mixto desde hace más de veinte años; muchas chicas han resultado ser las mejores de sus promociones, y nunca, al menos oficialmente, se detectó un problema oficial por esta causa.
De entre los colegios nacionales exclusivamente masculinos, los únicos que quedaban eran el Mejía y el Montúfar, tradicionales rivales en el fútbol, los kiños, las bandas de guerra, pero poco enfrentados en otros campos como las artes o las ciencias. No lo niego: me divertía mucho molestando a los roscas, como les decíamos cariñosamente; de hecho, en la universidad, cuando nos echamos encima las bielas, siempre que nos acordamos de la rivalidad de nuestros colegios ante la silenciosa mirada de una Pílsener, no podemos sino cagarnos de la risa.
¿Por qué protestar ante la idea de que las chicas vengan a estudiar a nuestro colegio? ¡Yo habría querido de mil amores que ellas estuvieran allí, aunque sea para fregarnos la vida!!! ¿Que el rendimiento estudiantil disminuye? !Ni que los wambras del Montúfar y del Mejía no se la pasaran pensando en chicas durante las muy "varoniles" clases que reciben en sus aulas! ¿Que la infraestructura no es la más adecuada? !Vayan a ver como muchos colegios mixtos de menor tamaño, aunque con varios problemas, han podido adaptarse, mientras que al Mejía y al Montúfar hasta les sobra el espacio físico! ¿Que las chicas se unirán a las bullas? !Obvio, es un derecho y una decisión de ellas unirse o no a la protesta social! ¿Qué habrán más embarazos adolescentes? ¡Y que hay de los embarazos actuales! ¿Que el prestigio del colegio se vendrá abajo? !De qué prestigio hablan, hace años que esos colegios ya no son lo que eran!
En fin, wambras, protestemos por cosas más trascendentales, y más que protestar, propongamos. Propongamos por ejemplo, que los colegios de chicas también se hagan mixtos; propongamos por ejemplo, que los uniformes estudiantiles que parecen trajes penitenciarios sean erradicados, propongamos por ejemplo que la educación pública deje de ser la ridícula caricatura de régimen militar que es, con el cabello corto y el uniforme impecable, pero sobre todo, sobre todo, exijamos una educación más crítica, menos memorista y menos discriminatoria.
En primer lugar, adivinen... sí, ¡Yo estudié en el MH! Ingresé a ese colegio en diciembre de 1993 (luego de uno de esos paros de la UNE como respuesta a la impuntualidad del gobierno de ese entonces), y me gradué con un título de bachiller en ciencias sociales en agosto de 1999 (luego de otro paro como respuesta a la impuntualidad del otro gobierno de ese entonces).
Evidentemente, lo primero que te llama la atención, siendo aún niño, es que te empiecen a llamar "señor", cuando en la calle todos te ven disfrazado con terno y corbata, quizás todavía con mocos en la cara y una bolsa de K-Chitos. Luego, claro está, la pubertad y las asimetrías respectivas, acompañadas de espinillas, un par de pelos en la cara y a ese mismo chico buscando (sin esperanza quizás) una novia entre el colegio de chicas, quienes generalmente están asediadas por otros chicos mayores ya.
En fin, el caso es que la educación pública ecuatoriana tuvo por varias décadas colegios masculinos, femeninos y mixtos, como respuesta a una tendencia social de formación, que mientras destinaba la carpintería y la electricidad a los varones, dejó el bordaje y la cocina a las mujeres, en plena época republicana, bajo varias taras de la sociedad colonial (se supone que con el triunfo de la Revolución Liberal de 1895 todo eso debió quedar atrás), con el gran pretexto del tabú sexual (que si estudian juntos chicos y chicas habrán más embarazos no deseados), con una perspectiva bastante insólita del honor, que más bien es buen material para la comedia (que "roscas", que "lecheros", que "chivas"), etc, etc.
Durante la década de los noventas, varios colegios masculinos de Quito pasaron a ser mixtos, tales como el Juan Montalvo, el Dillon, el Central Técnico, Santiago de Guayaquil, Andrade Marín, Andrés Bello, entre otros, además de varios colegios particulares que les siguieron en la década siguiente como el Gonzaga o el colegio municipal Benalcázar. No ocurrió lo mismo con los colegios de mujeres, con la única excepción del Manuela Cañizares: el 24 de Mayo, el Espejo, el Quito, el Consejo Provincial, el Hipatia Cárdenas, continúan siendo exclusivamente femeninos.
¿Problemas de infraestructura? Uno de los tópicos a favor de los "puristas sexuales" de la educación, es, seamos directos, la inadecuada indisposición de baterías sanitarias en los planteles fiscales, dicho en otras palabras, la falta de baños para chicos y chicos según el caso. ¿Que si los colegios de chicas se hacen mixtos, a los chicos que vayan les dirán "maricones"? ¿Que si las chicas van a los colegios masculinos se harán "marimachos"? Un hecho concreto: el colegio Montúfar, protagonista de la revuelta, en su sección nocturna ha sido mixto desde hace más de veinte años; muchas chicas han resultado ser las mejores de sus promociones, y nunca, al menos oficialmente, se detectó un problema oficial por esta causa.
De entre los colegios nacionales exclusivamente masculinos, los únicos que quedaban eran el Mejía y el Montúfar, tradicionales rivales en el fútbol, los kiños, las bandas de guerra, pero poco enfrentados en otros campos como las artes o las ciencias. No lo niego: me divertía mucho molestando a los roscas, como les decíamos cariñosamente; de hecho, en la universidad, cuando nos echamos encima las bielas, siempre que nos acordamos de la rivalidad de nuestros colegios ante la silenciosa mirada de una Pílsener, no podemos sino cagarnos de la risa.
¿Por qué protestar ante la idea de que las chicas vengan a estudiar a nuestro colegio? ¡Yo habría querido de mil amores que ellas estuvieran allí, aunque sea para fregarnos la vida!!! ¿Que el rendimiento estudiantil disminuye? !Ni que los wambras del Montúfar y del Mejía no se la pasaran pensando en chicas durante las muy "varoniles" clases que reciben en sus aulas! ¿Que la infraestructura no es la más adecuada? !Vayan a ver como muchos colegios mixtos de menor tamaño, aunque con varios problemas, han podido adaptarse, mientras que al Mejía y al Montúfar hasta les sobra el espacio físico! ¿Que las chicas se unirán a las bullas? !Obvio, es un derecho y una decisión de ellas unirse o no a la protesta social! ¿Qué habrán más embarazos adolescentes? ¡Y que hay de los embarazos actuales! ¿Que el prestigio del colegio se vendrá abajo? !De qué prestigio hablan, hace años que esos colegios ya no son lo que eran!
En fin, wambras, protestemos por cosas más trascendentales, y más que protestar, propongamos. Propongamos por ejemplo, que los colegios de chicas también se hagan mixtos; propongamos por ejemplo, que los uniformes estudiantiles que parecen trajes penitenciarios sean erradicados, propongamos por ejemplo que la educación pública deje de ser la ridícula caricatura de régimen militar que es, con el cabello corto y el uniforme impecable, pero sobre todo, sobre todo, exijamos una educación más crítica, menos memorista y menos discriminatoria.
Niko
3 comentarios:
totalmente de acuerdo contigo. Vamos chicos (y docentes también, ah!), ¿de verdad creen q es tan malo estudiar con nosotras, las mujeres? Mejor preocupémonos por pelear para q el ministerio de educación cumpla su rol y sus promesas de campaña, q deje de utilizar la mentira de "revolución ciudadana" y que mejore las instituciones en q estudiamos. Estoy segura q esa sí es una pelea q me encantaría compartir...
Ya es hora de hacer algo por cambiar la discriminación en todas sus vertientes. Las tradiciones conservadoras no llevan más que al fanatismo y se vuelven reaccionarias. La lucha es entre todos/as en contra de un sistema educativo que limita nuestra capacidad de pensar y de ser libres. No somos rebeldes legitimando las mismas estructuras que nos oprimen. Vamos chicos hay que protestar por temas realmente urgentes.
Bien ese articulo dice todo en cuanto a la realidad, soy estudiante del Colegio Experimental Juan Pío Montufar e integrante de la Jre y creo que estoy deacuerdo con ustedes que estas manifestaciones que se realizaron no han sido mas para llamar la atencion y porque los estudiantes se dejaron llevar por dichos cabecillas que dicen ser lecheros de corazon que protestan sin aun leer la ley de educación, a mi me parecio un acto total de machismo y nunca fuí participe de aquellas manifestaciones, pero ahora que ya estamos mas informados y nos damos cuenta que esos disturbios solo fueron para que un compañero de la institucion pierda la vida, nos hemos organizado y hemos analizado las consecuencias que produjo dichas acciones y ahora a lo que nos basamos es a que un compañero perdio la vida el dia el 5 de abril, y esto se esta quedando en el olvido, nuestro compañero perdio la vida porque la Policia ingreso al plantel y empezo a disparar a los estudiantes al cuerpo y un proyectil llego a la cabeza del compañero y maltrataron fisicamente a varios estudiantes, las marchas que se realizaran posteriormente son porque estamos en contra de la repulcion policial y no queremos que la muerte de nuestro compañero quede en la impunidad....
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