A veces me siento tentado a pensar o suponer que la fórmula para escribir libros (por lo menos para los escritores ecuatorianos varones) es, una fantasía erótica masculina sumada a una dosis de pretenciosa intelectualidad. Lamentablemente este libro de Carlos Vásconez, hasta hace dos años presidente del núcleo de la Casa de la Cultura del Azuay, aunque con algunos buenos recursos, no logra superar este cliché. Recordándome a ratos a El deseo que lleva tu nombre (1989), del lojano Carlos Carrión y a la teleserie Dexter (más que a la Lolita de Nabukov, a la que cita con cierta insistencia), lamentablemente el resultado, justificado como "arrebato quijotesco-metafísico" por el círculo cercano al autor, no logra terminar de dar identidad a un libro que, quizás pudo dar mucho más.
El meloso dualismo con el que parte la obra, el del amor "comprado" e indigno de ser vivido versus el amor ideal e inmaculado, adosado con el conflicto de clase social (conflicto al menos replanteado por autores como Ernesto Carrión) y alternados con el tipo cotidiano y el aspirante a asesino, intentan dar su razón de ser a una novela que al menos tiene un ritmo narrativo aceptable, pero que en sus últimas páginas parece perderse en invocados subjetivismos que lejos de hacerme querer llegar al final, por poco me hacen dejar el libro tirado en el sillón, sin importarme el desenlace. Un detalle adicional: hace años, mi novia, curiosa de revisar algunos de nuestros textos, encontró en la novela una cita de Gunter Grass, insertada quizás a modo de acertijo. Otro detalle, que me toca en lo personal, y con lo que quizá encuentro alguna identificación con el autor, nada anónimo ya, es su gusto por Jorge Luis Borges, y una mención de Stendhal, cuyo libro Rojo y Negro vivió por mucho tiempo en mi casa sin que me diera cuenta, como muchos otros libros, y que pude leer no sin mucha dificultad en sexto curso del colegio.
Los días a tu nombre
Carlos Vásconez
2009 (1a. edición)
6.5/10
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