jueves, noviembre 17, 2022

El uniforme escolar



Esta mañana llamó mi atención en Twitter un tremendo titular de diario El Comercio: “Docentes intentaron impedir que niño ingrese a escuela por uniforme“ (la nota fue publicada el 15 de noviembre). Debo admitir que a veces soy de aquellos que antes de ir al link de la nota, se pasea por los comentarios primero. Desde luego, la mayoría de personas coincidió en que el uniforme es un “pequeño sacrificio“ en pro de la disciplina, el orden y la responsabilidad. Posteriormente leí el artículo: se trataba de un niño de Durán, provincia de Guayas, ciudad bastante afectada por la violencia del narcotráfico.


Este hecho me hizo viajar en el tiempo y recordar una tarde de 1987, en que asistí a la ya desaparecida escuela Gonzalo Abad de Quito, en donde todos los niños llevaban un saco de color concho de vino, excepto yo, que llevaba (creo) un saco claro a rayas. Mi madre tuvo que retirarme del jardín de niños, que en ese entonces no era obligatorio, y era la primera vez en muchos meses que volvía a estar con otras personas de mi edad. No recuerdo sin embargo (o tal vez lo he olvidado) que alguna niña o niño se me haya cargado por no tener el uniforme completo. Días después, finalmente me compraron el saco: me dijeron en ese entonces que la prenda se había terminado y nos tocó esperar, pero años después mi madre me confesó que la plata no le había alcanzado para el suéter. Para segundo grado, la escuela había cambiado el modelo del saco del uniforme, pero no obligó a nadie que tuviera el suéter anterior a cambiarlo.


En 1993, cuando ingresé al colegio Montúfar, la asociación de padres de familia y una delegación de autoridades acordaron crear un “uniforme del diario“, pues hasta entonces solo se exigía para el lunes un terno de parada, y una camiseta y pantaloneta para educación física. El resto de la semana, los chicos (pues en ese entonces era un colegio masculino) debían acudir con ropa casual y semiformal, eso sí, limpios y con el cabello corto. Uno de los argumentos que al parecer impuso el nuevo uniforme de diario (un saco azul que parecía de primaria, y que luego sería reemplazado por un diseño aun más feo que todavía se usa en 2022), fue que era difícil reconocer a los estudiantes del plantel, especialmente durante las manifestaciones que a veces se daban en la avenida Napo como reclamo a las medidas antipopulares de los distintos gobiernos, que a veces terminaban con hechos violentos. En 1997, en cuarto curso, perdí el saco. En aquel entonces, solo el colegio podía venderlo, y no tenía stock. Tuve que acudir los dos meses finales con un saco que mi madre encontró en el Ipiales, bastante parecido al modelo original de 1993. Desde luego no resulté impune: ese año terminé con 15 en conducta, pese a ser un tipo tranquilo, al que sin embargo, le habría gustado poder llevar el cabello largo (lujo que los Homeros Simpson ya no nos podemos dar), vestir una camiseta normal y no ver a mi madre estresada por tener que decidir si comprar libros o renovar el uniforme que casi todo puberto vuelve estrecho.


El uniforme debe dejar de ser obligatorio en los colegios fiscales. Los chicos NO pasan en uniforme el día entero en casa, por lo que ese "argumento" de que permite ahorrar en ropa a los hogares más humildes, no es del todo cierto. Que el uniforme hace más "democrática" la vestimenta entre niños y adolescentes y hace menos notorias las diferencias económicas y evita el acoso tampoco: solo ESCONDE esas diferencias, no las ELIMINA. Qué "los uniformes obligatorios son un incentivo a la industria textil nacional", cierto hasta cierto punto pero no del todo: por el contrario, se favorece (todavía) a ciertos proveedores sobre otros. OBLIGATORIO sí debería ser el carnet estudiantil (en pleno siglo XXI muchos colegios no identifican a sus alumnos o les entregan el carnet ya empezado el año lectivo), OBLIGATORIO debería ser que se respete escrupulosamente la asignación de cupos por distritos (todavía hay chicos que viven por ejemplo en Carapungo y estudian en Chillogallo o viceversa), OBLIGATORIO debería ser que exista una modalidad de bachillerato técnico en TODAS las unidades educativas del estado, que permita a las familias más pobres y a quienes lo deseen incorporarse más pronto al mercado laboral.







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