En 2007, 2009, 2010 y 2011 ya fallecieron otros cuatro hinchas, por riñas y acciones de estas barras, que en medio del júbilo deportivo y un fanatismo que rebasa la gracia y alcanza la cursilería, cada domingo se instala en el estadio, así como seguramente se ubica al puertazo de cada concierto de rock en la ciudad, con la complicidad de varios dirigentes deportivos, que lejos de ubicar a los cabecillas (no sólo de Muerte Blanca, también Sur Oscura, Mafia Azul Grana, Boca del Pozo...) e invitarlos a celebrar con alegría y diversión, se empeñan en protegerlos, con la única intención de asegurar la taquilla en cada partido.
Nadie niega que echarse una biela helada en medio de un partido bajo el extenuante y canicular sol de Quito sea tan sabroso como dormir o comer, además de llamar la atención de vez en cuando al árbitro con coloridas y carismáticas frases cuando se jala las cuadras. Sin embargo, cualquier exceso siempre podría terminar en una fatalidad... querida afición, no olvidar, aunque el fútbol sea la vida de muchos, es solamente un juego.
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